A lo largo de la historia de la Semana Santa de Sevilla, ha habido ciertos templos en la ciudad que han desempeñado un papel importante en el desarrollo y en la historia de nuestras hermandades. Iglesias o Parroquias que por su enclave, por su arraigo o por haber alumbrado a cofradías de gran solera, siguen manteniendo su sabor “semanasantero”, y a las que muchos cofrades siguen apelando recordando épocas pasadas.
Algunas de ellas, siguen albergando cultos de corporaciones cercanas o incluso reciben “visitas” durante la estación de penitencia de hermandades que tuvieron allí su sede. La realidad es, que por suerte o por desgracia, en la actualidad dejaron de cobijar la salida procesional a hermandades de penitencia.
Mantienen su halo cofradiero, pero dejaron de acoger capirotes en los días de nuestra Semana Mayor. Son sin duda las iglesias “huérfanas de Sevilla”:
San Román: Hablar de San Román es evocar a la hermandad de los Gitanos. La corporación ahora radicada en la Iglesia del Valle, residió durante gran parte de su historia en esta parroquia de puerta ojival. Los bares de la plaza, como el Uno de San Román, siguen “añorando” la estancia de esta popular hermandad en el templo de la calle Sol, incluso la hermandad mantiene su casa hermandad en la calle Peñuelas, a escasos metros de la parroquia. De todas maneras, la hermandad no se mudó muy lejos, ya que son un par de calles las que separan su actual templo con el anterior. Por ello cada madrugada es habitual el paso del “Manué” y la Virgen de las Angustias por la que durante tantos años fue su casa.
También tuvo importancia en San Román la hermandad del Dulce Nombre. De hecho, fue fundada en este templo y efectuó su salida desde la parroquia durante sus primeros años de vida.
En lo que a hermandades de penitencia se refiere y aunque no realiza salida desde el templo, mantiene viva la “llama cofrade” la hermandad de La Exaltación, que debido a las obras en Santa Catalina realiza en San Román sus cultos y su vida hermandad. Esto ocurre también con la hermandad de gloria de Santa Lucía, que si realiza desde aquí su salida procesional.

Santo Ángel: En el convento carmelita de la calle Rioja han vivido momentos de esplendor varias corporaciones de penitencia. A la memoria de la mayoría de los cofrades vendrá la estancia en este templo de la hermandad del Valle. Antes de mudarse a su actual sede de la Anunciación, el Valle radicó aquí durante casi 80 años. Fue en los años 70 cuando se produjo el traslado a su actual sede de la calle Laraña. Otra hermandad que también realizó estación de penitencia desde este templo fue la hermandad de la Lanzada. Es una iglesia que alberga obras de gran valor artístico, de autores tan reputados como Pedro Roldán, Martínez Montañés, Duque Cornejo o Juan de Astorga. Una de ellas, el Cristo de los Desamparados atribuido a Montañés, fue titular de la corporación del Miércoles Santo y realizó estación de penitencia.
Actualmente, sólo la hermandad del niño Jesús de Praga realiza salida desde este templo, pero tras la procesión extraordinaria con el Cristo de los Desamparados el pasado mes de Junio de 2019, se ha constituido una asociación de feligreses que puede ser el germen de una futura hermandad en la calle Rioja.

San Gil: Mentar San Gil es mentar a La Esperanza. La hermandad de la Macarena ha “vivido” en este templo colindante a su actual Basílica, prácticamente el grueso de su larga historia. Casi 300 años estuvo el señor de la Sentencia y su madre en esta iglesia mudéjar, en el corazón de los intramuros del barrio. La hermandad sigue manteniendo relación con esta sede, ya que algunos tramos durante la Madrugá forman en su interior.
Otra hermandad que tuvo su “paso” por San Gil (pero mucho más breve) fue la de Jesús Despojado. En internet hay incluso algunas imágenes de principios de los 90, en las se recoge la salida de la corporación desde la parroquia macarena. Actualmente acoge la salida del simpecado de la hermandad del Rocío de la Macarena y como curiosidad, es de las pocas parroquias en Sevilla que mantiene su hermandad de sacramental desligada de ninguna corporación de penitencia
San Bartolomé: En el corazón de la Judería sevillana, encontramos la parroquia de San Bartolomé. En el pasado fue sede canónica de la hermandad de las Aguas, que llegó a ser conocida como “las Aguas de San Bartolomé”. La hermandad incluso ha llegado a barajar, para rememorar su época en esta localización de la ciudad, realizar la salida procesional de nuevo desde este singular templo.
Otra corporación que también radicó en San Bartolomé fue, de nuevo, la de Jesús Despojado. Desde el año 1971 hasta el 1982 estuvo realizando estación de penitencia desde esta parroquia. Sigue permaneciendo en el templo la hermandad letífica de la Alegría, que realiza su salida procesional cada mes de Mayo.
La Misericordia: Por su ubicación, en la plaza de Zurbarán, cercana a la Encarnación, la iglesia de la Misericordia ha sido un lugar habitual de “paso” de algunas corporaciones sevillanas. En la época moderna, han residido en este templo hermandades como Pasión o las Siete Palabras. La hermandad de la Redención realizó su primera salida procesional desde esta iglesia y en el pasado estuvieron en la Misericordia otras como La Cena, La Amargura o el Santo Entierro.

San Jacinto: La parroquia de San Jacinto ha sido sede canónica de varias corporaciones trianeras. En su momento, llegaron a coincidir hermandades de mucha solera como La Estrella, La Esperanza de Triana o el Rocío de Triana. La hermandad de las Aguas, se fundó en este templo y realizó estación de penitencia en sus inicios desde la parroquia trianera, en el corazón del barrio.
Con el paso de los años, todas las hermandades fueron abandonando el templo, que tras siglos de Semana Santa vio como en 1976 se “quedaba” huérfana de hermandades con la partida de la Estrella hacia su capilla. Recientemente, su hermano mayor Manuel Gonzalez, indicaba que “las relaciones con la parroquia son magníficas” por lo que quién sabe si en un futuro podremos ver de nazarenos de la hermandad del Domingo de Ramos bajo las naves del convento dominico.