Sevilla huele a primavera. Azahar, incienso en cada casa, en cada iglesia. Altares de cultos efímeros que anuncian la llegada de lo inminente. El paso acelerado, compras de última hora, remates por pulir. Casas de hermandad a rebosar de gente, de trabajo y de ilusión, mucha ilusión.
Estaríamos a tan solo unas horas. Nervios, sentimientos escapándose por cada poro de la piel, recuerdos, olores grabados en la memoria. A la vuelta de cada esquina un sueño nuevo, una revirá esperando a ser dada. La ciudad respiraría a otro compás, el del tiempo acelerado, el de la impaciencia porque todo llegue. Los días van ganándole terreno a la noche, igual que los sentimientos se lo ganarían a la nostalgia. Porque esta debería ser esa semana.
Sería esa semana, la de quemar las páginas de meteorología, la de recoger túnicas, capirotes, papeletas de sitio. Sería la semana de convivir con los nuestros antes de disfrutar juntos de la semana mayor. Los días de la ilusión desbordada, como cualquier niño sabiendo que en unos días aparecerán los Reyes Magos.
Pero no, otro año más que no hay cosquilleo, nervios ni la misma ilusión. Será Semana Santa, claro, pero no como la entiende Sevilla. No será Sevilla en Semana Santa. No podrá ni acercarse a lo que esos días nos hacen sentir.
No será, pero sí estaremos, porque estar con Ellos es más fuerte que cualquier decepción, por muy grande que esta haya sido. Por muy raro que se haga no estar a la hora de la salida con la túnica impoluta, la ropa hecha o el incensario encendido. Por encima de todo estaremos, de una forma u otra. En la Iglesia o desde casa, en la calle paseando o sumidos en una tertulia cofrade que tanto gustan en las que se arreglan todos los problemas, que no son pocos, de nuestra Semana Santa.
No será, pero estaremos, como siempre hemos estado, por muy distinta que vaya a ser nuestra Semana Santa. Porque al final, el corazón manda, ese que nos tira hacia nuestra calle, aunque la razón nos diga que el golpe va a ser fuerte. El que nos hace seguir soñando con que en poco tiempo volveremos a disfrutar de nuestra normalidad, el que nos saca a relucir recuerdos en el momento menos esperado. Ese con el que queremos y sentimos, como solo sabemos aquí. No será, pero estaremos.
Alfonso Cárdenas Díaz